"Vernos... para movernos" - Miryam Artola
Si no lo veo no me muevo. Este sencillo mantra me acompaña como música de fondo cuando trabajo junto a personas, equipos y organizaciones para generar narrativas visuales comunes y compartidas y orientarlas a caminar hacia un horizonte común.
Es el gran beneficio del Lenguaje Visual, el código común que nos facilita contar la historia de lo que somos, de lo que queremos hacer y de por qué. Nos ayuda a conectar, comunicar y cambiar en un entorno complejo. Porque, para alumbrar realidades mejores y activarnos para alcanzarlas, primero tenemos que verlas.
El movimiento es muy básico aunque requiere de profundidad y cierta valentía. Comienza con un movimiento personal hacia dentro. Ver quién soy y verme “en relación a”. Reconocerme ahí. Cuando yo veo el lugar que ocupo en mi familia, en mi trabajo, en mi entorno, en mi pueblo… soy capaz de reconocer que “soy en relación”. Y es entonces cuando alzo la mirada y veo a quien tengo a mi lado, más cerca o más lejos. Porque somos en relación. Y es entonces que me activo.
Porque cuando me veo, te veo y nos vemos. Bizkaia está formada por personas que quieren y necesitan “verse” y contarse. A su vez, somos un territorio en relación a sistemas más amplios que nos conectan con otras personas, comunidades y países que van más allá de ella misma.
Y de nuevo se da el movimiento: porque es cuando te veo que nos vemos, y les vemos y nos ven y nos vemos. Ampliando el círculo del plano más personal a planos más colectivos y de lo común (locales y globales). Y cuando generamos ese movimiento de vernos hacia dentro, nos reconocemos (en una identidad amplia y diversa) y nos ayuda a situarnos “en el mapa”. Nos permite saber dónde estamos y, claro, a partir de ahí, saber de dónde venimos y a dónde queremos llegar. Es condición necesaria para moverse en una determinada dirección y avanzar y contribuir como territorio, como país, como sociedad y como ciudadanía global.
Necesitamos incorporar Lenguajes que nos ayuden a ver(nos). Nos permitan decirnos y contarnos más allá de las palabras. Lenguajes que abran canales, maneras, formas y espacios a la diversidad de miradas, realidades y experiencias que habitan en nuestro ecosistema. Lenguajes que nos permitan dibujar las conexiones de nuestras aportaciones personales, de nuestro tiempo, nuestras capacidades y nuestra generosidad… para desde ahí visualizar nuestro modelo de sociedad: de la Bizkaia, la Euskadi y el mundo que queremos.
Lenguajes que nos permitan ir más allá de lo estrictamente “mental” (decía José Saramago que «la peor ceguera es la mental, que hace que no reconozcamos lo que tenemos delante»). Lenguajes que conectan desde la emoción. Desde lo que sentimos, lo que a ratos nos inquieta o aquello que nos hace vibrar. Lenguajes que cantan, inspiran, evocan, bailan, zarandean, moldean, anclan, crean y recrean y dibujan la posibilidad para abrirnos a lo emergente. Lenguajes que nos permitan mostrarnos con sencillez y abran el cauce para mostrarnos desde nuestra vulnerabilidad (nuestra común humanidad). Para desde ahí, (re)conocernos y conectarnos con trazos simples pero sólidos.
Necesitamos vernos. Conectar desde lo más profundo de lo que somos. Necesitamos decirnos y contarnos. Necesitamos entendernos. Con honestidad. Con firmeza y asertividad. Y con mucha claridad. Porque es cuando nos vemos y conectamos, nos decimos y nos contamos que somos capaces de ver diferente, de ver en conjunto, y desde ahí empezar a movernos y cambiar en una dirección compartida.
Vernos… para movernos.