En muchas organizaciones pasa algo muy sencillo y que puede resultar contraproducente: se “tira” para adelante.
Nuevo plan, nuevo logo, nueva estrategia, nuevo CEO, nuevo ciclo… pero no se detienen a mirar su historia. No es que decidan “no mirarla”: es que ni se plantean que haya que hacerlo. El pasado queda en una especie de niebla funcional: “eso ya pasó, ahora vamos a lo importante”.
El problema es que, cuando la historia no se mira, no desaparece. Se queda debajo, moviendo inercias, lealtades invisibles, resistencias y patrones que se repiten una y otra vez.
Y entonces aparecen síntomas muy reconocibles:
- Planes estratégicos que “no terminan de aterrizar”.
- Equipos jóvenes que sienten que han llegado a una película empezada… pero nadie les cuenta los capítulos anteriores.
- Personas veteranas atrapadas en la frase: “esto antes no era así” , “cualquier tiempo pasado fue mejor”, por mucho que se haga ahora “esto siempre ha sido igual”
- CEOs que aterrizan como si la organización fuera una hoja en blanco… y se dan de bruces con la memoria del sistema.
- Procesos de fusión que se atascan porque cada parte defiende su relato como única verdad.
Lo resumo en una frase: Una organización que no mira su historia tiene mucha más probabilidad de no incorporar los aprendizajes de su recorrido y repetir patrones que no son buenos para su futuro.
Por eso, para mí, la Línea del Tiempo Organizacional no es un juego visual ni un gráfico para poner en los documentos de memorias institucionales . Es una herramienta estratégica radicalmente sencilla y profundamente poderosa.
Honrar la historia no es nostalgia: es estrategia
La filosofía lleva siglos haciéndose tres preguntas: ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos?
En las organizaciones, estas preguntas se traducen en otras igual de incómodas:
- ¿Quiénes somos como equipo/empresa de verdad (no solo en la web)?
- ¿De qué historias, decisiones, aciertos y errores venimos?
- ¿Hacia dónde queremos ir… sin traicionarnos ni repetir lo que no funciona?
Cuando no trabajamos la historia, pasan varias cosas:
- Es difícil aprender de lo que no funcionó.
- Es difícil comprender por qué sí tuvimos éxito cuando lo tuvimos.
- No reconocemos a las personas que lo hicieron posible: desde quienes fundaron la organización hasta quien entró hace seis meses.
- Perdemos la visión de conjunto: el papel de cada persona y cada decisión en el devenir del sistema.
Y ahí entra otra capa que me parece clave: cuando no honramos la historia, fallamos a la humildad.
Especialmente cuando llega un liderazgo nuevo que se salta este paso, no escucha la memoria organizativa y empieza a hacer cambios desde la idea (muy humana, por cierto) de que “aquí venimos a arreglar las cosas”. Sin darse cuenta de que la historia trae recursos, aprendizajes, fortalezas y heridas que es imprescindible conocer antes de mover piezas.
La historia es un activo estratégico.
Un valor en sí mismo.
Y necesita ser tangibilizada.
Ahí es donde la Línea del Tiempo se convierte en algo más que un dibujo: se convierte en un mapa visual del ADN organizacional.
Qué pasa cuando no miramos (o idealizamos) el pasado
En muchas organizaciones aparecen dos distorsiones que condicionan su presente:
- Quienes no miran el pasado:
“Eso ya pasó, lo importante es el futuro.”
Resultado: chocan con resistencias invisibles, repiten errores, no entienden ciertos bloqueos y no saben leer la memoria del sistema. - Quienes idealizan el pasado:
“Antes sí que había equipo… antes sí que funcionábamos.”
Resultado: se quedan anclados en una foto parcial, incapaces de ver qué sí es posible hoy.
Ambas posiciones tienen algo en común: ven solo una parte del relato. Y mientras no se vea el conjunto, la organización queda atrapada en inercias que nadie nombra.
La Línea del Tiempo hace justamente eso: mostrar el conjunto, convertir opiniones en memoria compartida y permitir una lectura más honesta del camino andado. A partir de ahí es cuando puede emerger una narrativa que ancle el presente y abra el futuro.
Lo que ocurre cuando cada persona dibuja su historia dentro de la Historia
Cuando trabajo este ejercicio en sala, emergen tres posiciones diferentes. Todas legítimas, todas necesarias, todas incompletas en solitario. Y es justamente al ponerlas en diálogo donde sucede la transformación.
Las personas que llevan “toda la vida”: la memoria que necesita actualizarse
Traen recorrido, decisiones, heridas, logros y un archivo emocional inmenso. Pero también traen narrativas rígidas o totalizaciones (“siempre ha sido así”, “nunca hemos cambiado nada”).
Al dibujar la Línea del Tiempo:
- ven que la historia no es plana,
- reconocen luces y sombras reales, no idealizadas,
- ubican su aporte con más verdad y menos mito,
- comprenden qué cambios eran necesarios,
- y pueden nombrar por fin dolores, resentimientos y parálisis que nunca se habían hecho visibles.
Esto desplaza la conversacióndesde “siempre fue igual / antes sí éramos equipo”
a
“hemos atravesado mucho, hemos cambiado y ahora nos toca otra etapa”.
Es una actualización de identidad organizativa.
Las personas del “cualquier tiempo pasado fue mejor”: la nostalgia que se recoloca
Aquí no se trata de memoria, sino de idealización: comparan todo con un pasado que solo existió parcialmente.
La Línea del Tiempo actúa como un espejo que:
- muestra que también hubo crisis, tensiones y decisiones difíciles,
- baja el volumen de la nostalgia,
- permite rescatar lo valioso sin convertirlo en dogma,
- y ayuda a reconocer qué sí se ha transformado.
El giro es clave: no se trata de volver atrás, sino de comprender qué aprendizajes sirven hoy y qué patrones hay que soltar.
Se pasa del lamento… al reconocimiento maduro. Y desde ahí aparece movimiento.
Las personas recién llegadas: quienes entran sin contexto y por fin lo encuentran
Este perfil aporta energía y mirada fresca, pero aterriza en una película con capítulos previos que nadie explica.
Cuando ven la Línea del Tiempo:
- contextualizan de golpe lo que intuían sin entender,
- comprenden decisiones “raras” heredadas,
- identifican sensibilidades que antes interpretaban como personales,
- localizan su punto de entrada en la historia,
- entienden cómo pueden contribuir sin chocar con inercias históricas.
El resultado es inmediato: de “venir de fuera” o “ser los últimos en llegar” pasan a formar parte del relato.
¿Qué ocurre cuando estas tres miradas dibujan juntas?
Lo que ninguna reunión, discurso o PowerPoint consigue:
- Las veteranas se sienten reconocidas.
- Las nostálgicas actualizan su mirada.
- Las nuevas entienden el terreno que pisan.
Y, sobre todo, todas descubren algo esencial: su historia es solo una parte de una historia más grande.
El equipo deja de ser un puzzle de piezas sueltas y pasa a ser un tejido. Y ahí comienzan movimientos estratégicos decisivos:
- se desatascan conversaciones bloqueadas,
- bajan resistencias enquistadas,
- se comprende mejor qué necesita cada etapa,
- se reconoce el legado sin quedar pegados a él,
- y emerge una posibilidad real de construir futuro juntos.
Aquí es donde empieza la estrategia viva. No en el Excel. No en el plan. En ver quiénes fuimos, quiénes somos y qué necesitamos ser ahora.
Tres movimientos sencillos: cómo trabajo la Línea del Tiempo Organizacional
La Línea del Tiempo no es magia ni es un ejercicio improvisado. Tiene un método claro, sencillo, potente y profundamente humano, que despliego en todos mis procesos estratégicos.
Trabajo en tres tiempos:
1. Mi historia en esta organización.
Cada persona se ubica en el tiempo: cuándo llegó, qué
encontró, qué vivió, qué aprendió. Es el primer acto de reconocimiento y pertenencia.
2. Nuestra historia compartida.
Ponemos en común hitos, decisiones, quiebres, logros,
tensiones. Y lo dibujamos en un gran mural visual que muestra, de un vistazo,
cómo la organización ha cambiado, crecido, sufrido y evolucionado.
3. La narrativa estratégica que emerge
Extraemos aprendizajes, patrones, capacidades y
no-negociables.Y convertimos esa memoria en una brújula para los próximos años.
Esto, cuando se hace bien, cambia conversaciones,
desbloquea inercias y genera una comprensión que ningún documento puede lograr.
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(Un paréntesis: Como el post se me está quedando larguito (pero es que la Línea delTiempo es pura potencia estratégica) os enviaré a finales de esta semana,vía newsletter el desglose real de cada movimiento, las preguntas que uso,el mural, las claves para leer patrones… y cómo convertirlo en una base para tu estrategia. Si todavía no estás suscrito/a puedes hacerlo aquí.)
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El papel de la persona que lidera: sostener, no controlar
Cuando trabajamos una Línea del Tiempo Organizacional, el rol del liderazgo no es dirigir el ejercicio como si fuera una presentación más. Es sostener las condiciones:
- Cuidar el clima y los permisos.
- Asegurar que todas las voces puedan aparecer.
- Mantener el foco estratégico (no convertirlo en terapia grupal).
- Ayudar a decantar aprendizajes y a conectarlos con las decisiones que vienen.
Cuando un líder facilita que su equipo dibuje su historia, no solo construye memoria:
- Construye sentido.
- Construye cultura.
- Construye visión compartida.
- Construye equipos capaces de sostener la estrategia que viene.
Porque liderar no es solo mirar al futuro.
Es honrar el camino que nos trajo hasta él.
Detener el tiempo un momento... antes de volver al tiempo que habitamos
Piensa en esos vídeos de time-lapse del planeta: en segundos ves glaciares retroceder, ciudades levantarse, ríos cambiar de curso, bosques desaparecer y aparecer.
La Línea del Tiempo Organizacional hace algo parecido: condensa años de historia en un vistazo. Y, va emergiendo, lo que hoy sois, con contexto, raíces, mareas y sobre todo una narrativa propia con sentido.
En un momento como este, en el que muchas organizaciones estáis pensando ya en el próximo ciclo estratégico, te propongo algo muy concreto:
Antes de lanzar preguntas sobre el futuro, para un momento.
Sostén el tiempo.
Honra lo que te ha traído hasta aquí.
Y desde ahí, ancla el presente y toma impulso.
Porque si no hay pasado, no hay de verdad presente desde el que proyectar futuro.
Vale, y si ahora te estás preguntando: entonces ahora, ¿qué?
Te doy algunas opciones. Si eres CEO, directora o líder de equipo y algo de esto te resuena, te dejo dos posibles próximos pasos:
- Empieza por vuestra propia Línea del Tiempo.
Puedes dedicar una sesión específicamente a esto: que cada persona dibuje su mini historia, construir el mural común y extraer juntos 3 aprendizajes clave y 3 patrones a no repetir. (En Dibuja tu Estrategia Academy® trabajo este ejercicio paso a paso para que puedas aplicarlo en tu propia realidad/persona/liderazgo). - Si quieres llevar esta metodología a otro nivel, y acompañar procesos estratégicos completos con tus equipos o tus clientes, ese es el territorio del Programa Experto Dibuja tu Estrategia®: integrar la Línea del Tiempo dentro de un recorrido mayor que une historia, propósito, brújula estratégica y mapas de acción.
Porque honrar la historia no es mirar atrás para quedarse allí. Es reconocer el camino andado, anclar el presente y responder con más lucidez a los retos que nos plantea el futuro. Y cuando la historia se ve, se comprende y se honra… la estrategia empieza, de verdad, a moverse hacia adelante.
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